viernes, 10 de septiembre de 2010

Eterna lista, eterno tú.

Sigues viviendo para mí
recuerdo y valoro tus consejos,
los escucho en mis sueños.

Atiendo tu llamada a primera hora, el día de mi cumpleaños
nunca lo olvidas y encuentras la forma de comunicarte conmigo.

 Te veo sentado en ese sillón tan peculiar, te quedas dormido
el humo brota de tus dedos que consumiéndose están.

 Ése, tu sillón representativo:
es peleado por todos,
es recordarte, sentirte, olerte,
estar sentada sobre tus piernas,
como cuando tenía sólo cinco años
escuchando tus historias de terror, tan posibles, tan verdaderas para mi mente inocente.
Sentarme ahí es amarte y verte frente a mí con la sonrisa que tu rostro siempre brindaba,
con el tazón anaranjado en tu mano izquierda,
mientras que la diestra se abre y se cierra para decir "hasta luego";
tus ojos, entrecerrados por tu sonrisa, los imito yo.
No, no los imito, me los regalaste, gracias!

 Nadie quiere mover ese sillón, reparar su tapiz, cambiar el relleno, ni maltratarlo, porque es tu recuerdo, lo que más te representa en nuestra memoria, era tu tesoro, tú eras nuestro y tuviste que irte, el sillón sigue ahí, ahora lo cuidamos por ti.

 Lloro tu recuerdo, lloro tu despedida
pero es poco lo que lloro, tengo más razones para sonreír:
tu beso diario, tu sonrisa eterna, tu envidiable inteligencia, tu esfuerzo admirable e indestructible, tus ganas de vivir, de viajar a pesar del tiempo marcado en tu frente, tus llamadas tempranas, tus bromas frecuentes, tus visitas espontáneas, tus largas caminatas, tus actuaciones bajo la influencia del alcohol y tus duchas profundas de cada martes por la tarde, tantas, tantas cosas.

 Sigues aquí, sigues conmigo, tienes gran parte de mi corazón y te regalo el resto, por tu cumpleaños!
Te amo, abuelo, te extraño como no tienes una idea, por eso sonrío a tu recuerdo, por tu ejemplo de todos los días, nunca te vi de otra manera!

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